Solamente los padres y las madres son conscientes del desafío que supone responder a la rabieta de un niño. Son situaciones extremas en las que el pequeño no lo está pasando bien. Así que tenlo claro para empezar: ni lo hacen por gusto ni a propósito. Son seres muy jóvenes y que no cuentan con las herramientas necesarias para controlar sus sentimientos e impulsos. Debemos ayudarles.
Sobre las rabietas en niños pequeños ya os hablamos no hace demasiado en otro post que os enlazamos por aquí. Pásate por él. Estamos seguros de que te va a ayudar para empezar a entender por qué se dan y qué es lo que ocurre por su cabeza.
Hoy, vamos a centrarnos en otro aspecto: cómo actuar ante ellas. De nuestra respuesta dependerá en gran medida su intensidad o su frecuencia o el tiempo en que tardará en calmarse.
Entonces, ¿cómo debemos responder a la rabieta de un niño?
No lo vamos a negar. Manejar una rabieta de un niño puede ser desafiante, pero no es una tarea imposible. Con las estrategias adecuadas, es posible abordar la situación de manera efectiva y constructiva. ¿Y cómo? Aquí tienes algunos consejos sobre cómo responder a la rabieta de un niño:- Mantén la calma. ¿Lo más difícil? Seguramente. También, lo más necesario. Es fundamental que el adulto se mantenga tranquilo para no escalar la situación. Tómate unos segundos para respirar profundamente y calmarte antes de reaccionar. Habla con calma. Utiliza un tono de voz tranquilo y relajado para comunicarte con el niño.
- Comprende la causa. Como madre o padre, debes hacer un esfuerzo por Intentar entender la causa subyacente de la rabieta. A veces, es tan importante como necesario el hecho de identificar el problema: ¿Está el niño cansado, hambriento, frustrado o buscando atención? Observa el comportamiento y las circunstancias que llevaron a la rabieta.
- Establece límites claros. Es importante que el pequeño entienda que ciertos comportamientos no son aceptables. Este apartado nos parece básico a la hora de responder a la rabieta de un niño. Recuérdale al niño las reglas de manera clara y sencilla. Asegúrate de que las consecuencias sean consistentes cada vez que ocurra una rabieta.
- Ofrece opciones. Huye del totalitarismo. Como padre o madre, mandas. Pero trata de hacerlo de una manera menos rígida. Dar al niño opciones puede ayudarle a sentirse más en control y reducir la frustración. Por ejemplo, si el niño no quiere ponerse los zapatos, dale a elegir entre dos pares diferentes. Deja que el niño tome pequeñas decisiones para que sienta que tiene cierto control.
- Valida sus sentimientos. Reconocer y validar los sentimientos del niño puede ayudar a calmarlo. Trata de ser un progenitor lo más empático posible. Dile algo como «sé que estás muy enfadado porque no podemos ir al parque ahora». Deja que el niño exprese sus sentimientos y demuestra que estás escuchando.
- Redirige la atención. Tras todos los pasos anteriores, empezarás a notar poco a poco que responder a la rabieta de un niño no es tan difícil como podríamos imaginar. Pero es que además, esta herramienta que te damos a continuación te va a ayudar todavía más. Presta atención: a veces, desviar la atención del niño hacia otra actividad puede interrumpir la rabieta. Propón actividades alternativas. Trata de sugerir una actividad diferente que el niño disfrute. Habla de algo que le interese al niño para desviar su atención.
- Utiliza el refuerzo positivo. Este es el último paso de todos. Recompensar el buen comportamiento puede incentivar al niño a comportarse mejor en el futuro. Felicita al niño cuando se calme o maneje sus emociones de manera adecuada. Utiliza pequeñas recompensas para motivar comportamientos positivos.
- Dale tiempo y espacio. Y ya, el punto final. A veces, como a todos nos pasa, solo necesitamos tiempo. Con tu hijo o hija no va a ser diferente. Con un poco de espacio y tiempo, terminará por calmarse por sí mismo. Así que permite que el niño tenga un tiempo a solas en un lugar seguro para calmarse. A veces, insistir demasiado puede intensificar la rabieta.